Podría empezar por que me dejaste rota incluso antes de soltar la primera palabra dirigida a mi. Al principio pensé que todo aquello no podía ser cierto ¿como iba a ser cierto que con cada palabra que soltaras pudiera reír? No se como sucedió, pero paso. Rompiste mis esquemas, mi sonrisa e hiciste que por cada recuerdo acabara rota. Y ahora, mi pregunta es la siguiente; ¿te acuerdas cuando cansado del viaje venias directo a mis brazos? Cuando te acurrucabas en ellos como único resguardo. Decías que hay estabas bien. Entonces te acomodabas y me decías; -Abrázame, por favor. Y hazlo fuerte. ¿Te acuerdas cuando tus manos recorrían mi espalda y acaban acariciando mi barriga? ¿Te acuerdas las guerras entre quien mordía el labio de quien? ¿Es que acaso todo eso no importa? Tampoco es imposible olvidar el día en el que llovía y acurrucados en el coche dijiste; -Tengo sed, pero no hay agua. Entonces abriste la puerta y sacaste la lengua para saborear la lluvia. En ese momento la risa se apodero de mi, me miraste y soltaste una sonrisa y unas pequeñas palabras que se quedaron marcadas. -Me encanta hacerte de reír. Ahora ya nada importa, te has olvidado, me has olvidado, nos has olvidado.
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